jueves, 28 de octubre de 2010

AGUSTIN YÁÑEZ, Y AL FILO DEL AGUA


José de Jesús Vázquez Hernández

No cabe duda que don Agustín Yáñez Delgadillo fue un personaje de excepción, un mexicano que trascendió las fronteras, un ciudadano jalisciense que estoy seguro, pudo decir con orgullo al despedirse, misión cumplida, desde muy pequeño aprendió a leer y a escribir y pronto descubrió su vocación como maestro, escritor y político.

Recientemente tuve la oportunidad de escuchar a dos grandes conocedores de su obra y de su vida, en primer lugar me toco en suerte conocer a Jean Franco, investigador y crítico literario, catedrático de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Montpellier y autor de Escritura, laberintos y milenarismo; Literatura y sociedad en América Latina, quien fue invitado por El Colegio de Jalisco con el fin de comentar la obra de “Agustín Yáñez: perseverancia final”, en la que se refirió al trabajo del narrador, ensayista, novelista y político jalisciense, en el marco de su trigésimo aniversario de su fallecimiento.

Comenta el conferenciante que recuerda cuando conoció a Yáñez a mediados de la década de los setenta, y su experiencia fue gratificante.

Luego se pregunta: ¿Por qué un francés centra una conferencia en un jalisciense, cuya obra está muy arraigada a su terruño? Responde: “Lo hago porque conocí de cerca Los Altos de Jalisco y esa región me fascinó, porque es un sitio muy particular, con rasgos muy contradictorios. Entonces pensé que un escritor que estaba tan entrañablemente unido a este mundo alteño se encontraba vinculado también a otras esferas, la de Jalisco y su intelectualidad, así como a la de México y a su mundo político, lo que me da como resultado una serie de contradicciones, dificultades, confusiones, ambigüedades. La idea es que una gran novela siempre se caracteriza por su ambigüedad, no se deja reducida a una sola línea interpretativa, y Yáñez terminó representando su propio entorno”.

De igual manera Gabriel Yáñez Ramírez, al hablar acerca de la obra de Agustín Yáñez, resalta que su padre surge en la literatura con una obra escrita en 1931 Baralipton y continúa en la década de los cuarenta hasta llegar al 7 de febrero de 1947 en que aparece en Al filo del agua, un pueblo cuyo nombre no importa recordar. Se dice que el pueblo de Al filo del agua, pudiera estar situado en el Bajío o en Jalisco y aun cuando en la novela no se precisa en donde se desarrollan los hechos, todos los indicios apuntan y nos hacen saber que se trata de Yahualica, como desde un principio lo señaló Antonio Castro Leal en el prólogo que escribió para las ediciones de Porrúa.

En uno de esos recorridos le tocó ver la entrada de las tropas de Madero a Cuquío, pues se alojaron en el mismo mesón donde se había albergado Agustín con sus familiares. Al evocar en Al filo del agua ese imborrable recuerdo de la entrada de las tropas revolucionarias, expresaba: “las vi de cerca morosamente y también el miedo que inspiraban a la agente del pueblo”.

Agustín Yáñez Delgadillo, 1904-1980 nace en el barrio del Santuario en Guadalajara, Jalisco. Sus padres oriundos de Yahualica, fueron Elpidio Yáñez y María Santos Delgadillo, doña Santitos, mujer que se distinguió por su gran bondad y simplicidad. Adquirió profundas raíces de la población de sus padres, por pasar allí sus vacaciones cuando era niño. En la vida y obra de este escritor jalisciense se reflejó su peregrinar entre la literatura y la política, entre la vida pueblerina y la ciudad. Casado con Olivia Ramírez en 1938, mujer bella y que compartió con sus hijos sus dones y virtudes para vivir la vida como ella la vivió, con armonía y sencillez. jjesusva@hoptmail.com

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