José
de Jesús Vázquez Hernández
A doscientos años de la constitución de Apatzingán,
es imperioso echar una mirada retrospectiva a nuestras leyes con el fin
comprender la vida con base en los principios promovidos por esta primera
Constitución promulgada el 22 de octubre de 1814, la cual sintetiza los anhelos
de libertad del pueblo mexicano, con la esperanza puesta en el futuro,
A partir del inicio de la guerra de
Independencia, encabezada por el padre de la patria, el sacerdote don Miguel
Hidalgo y Costilla, una de sus aspiraciones fue contar con un conjunto de
normas básicas que les permitiera alcanzar su libertad, pero sobre todo
mantenerla, un propósito permanente del pueblo sojuzgado por sus autoridades.
Después del fusilamiento de Hidalgo en 1811,
continuó con el proyecto su sucesor, otro sacerdote, don José María Morelos y
Pavón quien continuó con la lucha iniciada por Hidalgo y convocó al primer
Congreso Constituyente en la historia de México, donde se discutieron y
aprobaron los principios constitucionales recogidos en el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana.
Desde su proclamación en octubre de 1814, han
pasado doscientos años de historia, no siempre apegada a esos sueños de
libertad, y como suele decirse que las leyes son como los seres humanos, que
nunca se mantienen iguales, evolucionan de acuerdo a las circunstancias de cada
etapa, por lo que desde entonces la constitución se ha transformado, cambiado,
modificado.
Esta constitución no ha permanecido quieta,
ha sufrido constantes cambios para adaptarla a las circunstancias de la época, por
lo que al consumarse la Independencia se estableció el Primer Imperio y Agustín
de Iturbide fue nombrado Emperador y mientras se expedía una nueva
Constitución, Iturbide nombró una Junta Nacional Instituyente que aprobó en
1822 un Reglamento Provisional Político
del Imperio Mexicano.
Dos años después en 1824, a la caída de
Iturbide se proclamó la Constitución
Federal de los Estados Unidos Mexicanos; en 1836, el Congreso aprobó una
nueva Ley conocida como Bases y Leyes
Constitucionales de la República Mexicana, denominada también como
Constitución de las Siete leyes; así mismo en 1843, la Junta Nacional
Legislativa elaboró las Bases Orgánicas
de la República Mexicana.
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