José de Jesús Vázquez Hernández
Ahora que el “Buen Fin” de semana… precedió a la
conmemoración del supuesto buen fin de la Revolución Mexicana, es preciso
recordar que el mejor buen fin de toda persona es salvarse, en este contexto
amanecimos con una triste noticia, el ataque de extremistas a ciudadanos
indefensos en la ciudad de París, con saldo de más de cien personas fallecidas
y otras tantas heridas.
Es lamentable lo que acontece con las nuevas revoluciones,
ya no se lucha como antes, cuerpo a cuerpo, o ejército contra ejército, ahora
se efectúan actos terroristas para llamar la atención y se aniquilan pueblos enteros,
hombres, mujeres y niños inocentes son masacrados o destruidos sus hogares se
ven obligados a emigrar, con la consigna de que el fin justifica los medios.
Estos ataques son difíciles de combatir, se preparan con el
recurso de una gran tecnología, por gentes bien preparadas y decididas a dar
incluso la vida, estos hechos se repiten cada vez más en diferentes ciudades
del mundo, pero lo más lamentable es que se efectúan en lugares emblemáticos y
donde hay gran número de personas reunidas para tratar de causar el mayor daño
posible y así llamar la atención mundial.
El buen fin de la Revolución Mexicana, fue luchar contra las
causas que originaban el problema político, social y económico, aunado todo en
la injusticia y la desigualdad desencadenó un estallido bélico en diferentes
partes del país entre los años de 1910 a 1920, con la consigna de desplazar de
la dictadura del gobierno a Porfirio Díaz.
En esa lucha tuvieron una actuación protagónica, los
problemas políticos y los políticos que intervinieron, además de los caudillos
Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Doroteo Arango,
alias Pancho Villa, una lucha encausada primero a combatir los efectos de la
dictadura de al menos 30 años de Porfirio Díaz en la presidencia de la República.
Los problemas sociales, se manifestaron por la ausencia de
una legislación laboral justa y razonable, por lo que los obreros presionaron
con la explosión de huelgas y los campesinos luchaban por la tenencia de tierra
con el lema de Emiliano Zapata de “Tierra y Libertad”, dado que la mayor parte
de las tierras de nuestro territorio estaban en manos y de extranjeros y unos
pocos mexicanos.
Todos esos problemas afectaron la economía de las clases
bajas o trabajadoras, lo que ocasionó una pobreza extrema que obligó a los
obreros por un lado a luchar por una legislación laboral justa que les
protegiera sus derechos y a los campesinos por la tenencia de la tierra para
trabajarlas ellos, pues consideraban un régimen de “baja política y mucha
administración”.
Solamente bastaría hacer un balance para ver la diferencia
entre el supuesto buen fin de la revolución y ver qué tanto hemos avanzado
después de la lucha armada, no solo de México, sino de diferentes países y
compararla con los acontecimientos actuales que causan enormes tragedias a
gente inocente, sin tenerla ni deberla, esto nos induce a reflexionar para
tender puentes que limen asperezas antes de que cualquier revolución conlleve a
un derramamiento de sangre hermana.
Noviembre 14/2015
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