José de Jesús Vázquez Hernández
Cada vez que hay cambios y renovación de autoridades en los diferentes niveles y ámbitos de poder, se refrescan las esperanzas de los ciudadanos, al considerar que harán mejor las cosas que sus predecesores, no obstante esta ilusión se despeja pronto, al observar que se trata, como se dice coloquialmente de la misma gata, solo que más revolcada.
Los
tapatíos y todos los ayuntamientos del estado de Jalisco, estamos
estrenando nuevos cabildos y con ellos una gran parte de los principales
cargos de gobierno, que son reemplazados por el equipo de los nuevos
dirigentes municipales.
En
este proceso, siempre resultan ganadores y perdedores, los que se suben
al presupuesto para vivir en la verdad, y los que salen del mismo para
vivir e en el error, bueno eso está por verse, porque con tan buenos
sueldos, por lo menos los ocupantes de cargos de dirección, no creo que
sufran en la penumbra del error, porque seguramente les alcanzó para
hacer sus ahorritos.
Además, la mayoría de ellos, trabajan durante su gestión tratando de hacer alianzas para no quedarse fuera del presupuesto para
la siguiente oportunidad, brincando como chapulín de cargo en cargo,
con la anuencia de su grupo, el problema es de los pobres empleados, que
hacen las labores pesadas y ganan poco y en gran parte son relevados
por otros nuevos recomendados.
Los
cambios son buenos cuando vienen acompañados de mejoras, en
contraposición de buscar el cambio por el cambio, como el político que
busca el poder por el poder, en lugar de darle el verdadero sentido a su función, consistente en el servicio desinteresado, como lo hacía la madre Teresa, hasta que duela.
Los cambios con el tiempo, van dejando la sensación, como bien lo expresa Jorge Manrique en las coplas por la muerte de su padre: “Recuerde el alma dormida… cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor…” pero la esperanza en las nuevas autoridades, va quedando en eso, en esperanza, porque al final de cada gestión, dejan la impresión de ser peor que la anterior y que pocos fueron los problemas resueltos y dejaron más pendientes sin resolver a las próximas autoridades.
Cada administración, en lo general, engorda la nómina de burocracia con sus amigos y recomendados, asegurándolos con nombramiento de base y la deuda pública acrecentada, deja poco margen para resolver las necesidades pendientes, lo que viene a entorpecer el trabajo y los proyectos para el siguiente gobierno.
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