José de Jesús Vázquez Hernández
Después de doscientos años en que Hidalgo proclamó el bando de la abolición de la esclavitud en nuestra ciudad un 6 de diciembre de 1810 aun persiste el fantasma de la esclavitud por prácticas nefastas que ofenden la dignidad humana en sus diferentes manifestaciones que perjudican a la sociedad.
De acuerdo con las opiniones de los analistas que han manifestado su pensar en las diversas celebraciones con motivo del bicentenario de la abolición aunado al bicentenario de la Independencia, consideran que aun queda un sabor amargo por los mengues resultados de tan importante manifestación.
Si bien es cierto que a su pronunciamiento ya le había precedido otro dado en Valladolid, hoy Morelia en octubre de 1810, pero sin la consistencia jurídica suficiente para ser obedecido por todos los súbditos de las diferentes provincias en que estaba conformado el país, fue que Hidalgo proclamó el de Guadalajara, pero con la misma inconsistencia, pero suficiente para modificar parcialmente esta práctica.
Como se sabe, los nativos no tenían la condición de esclavos, como la tenían los de raza negra traídos desde el continente africano para auxiliar en las diferentes labores del campo y de las ciudades, los indios si eran explotados laboralmente como lo siguen siendo ahora las personas que conforman las étnias que pueblan el territorio mexicano, como sucede con las “Marías” que se asientan por las diferentes calles de la ciudad con su vendimia.
A partir del famoso bando de Hidalgo, el primero en América en prever tan grave amenaza contra la dignidad de la persona, se fue plasmando en las posteriores leyes que se fueron implementando tanto a nivel local como nacional con el fin de sostener y mantener alejada de la sociedad esta dañina amenaza de la esclavitud en cualquiera de sus formas.
La constitución de 1917, la que nos rige con sus numerosas reformas, mantiene en su artículo segundo el espíritu de esta ley: “Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero que entren al territorio nacional, alcanzarán por ese solo hacho, su libertad y la protección de las leyes”.
Desde luego que como norma es digna de admiración, pero cuando se trata de llevarla a la práctica aun está muy lejos de una realidad deseada por el autor de un proceso que después de doscientos años aun carece de verdadera aplicación en muchos renglones que afectan las buenas relaciones entre las personas, como la constante violación de los derechos de los migrantes que ingresan a nuestro país por la frontera sur, parecerá que en lugar de ser libres por entrar a nuestra territorio se convierten en esclavos.
Así como este señalamiento se pueden referir otras formas de esclavitud moderna que imperan en los diferentes campos y que tratan de ocultar en la clandestinidad, como la trata de personas, la discriminación en todas sus manifestaciones, los niños violados y maltratados, la esclavitud de la drogadicción, y tantas otras formas que usted amable lector conoce de sobra.
Ahora solo nos queda reconocer y valorar el ideal del padre Hidalgo y mostrar una mejor actitud para corregir estas experiencias que afectan a millones de mexicanos que permanecen en sus casas y en sus comercios tras las rejas de la esclavitud por la inseguridad e impunidad. jjesusvah@hotmail.com
Diciembre 8/2010.
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