TEMA DE ESTUDIO
José de Jesús Vázquez Hernández
Conforme pasan los años las cosas, las costumbres y las tradiciones, van evolucionando, sino en lo esencial, si en la forma y la fiesta navideña, no es la excepción, año con año se transforma y también se comercializa más, dándole un sentido más materialista a la verdadera celebración consistente en el nacimiento de ese niño llamado Emmanuel, que quiere decir, Dios con nosotros.
Este tiempo de celebración, involucra a toda la sociedad en todas sus actividades, en el trabajo, es tiempo de vacaciones y reparto de aguinaldos, en el gobierno, igual aprovechan los funcionarios para pasear o descansar, en la familia se busca la unidad y se visitan las familias intercalando buenos deseos y no faltan los regalos.
A mediados del siglo pasado, los niños esperaban confiados en su inocencia, recibir pequeños regalos, generalmente elaborados artesanalmente o por sus propios padres, como las famosas carretas elaboradas con un cajón de madera de deshecho montado sobre ruedas y jalado con un pequeño cordón que servía para pasearse por las veredas del rancho, el patio de las casas o por las calles terregosas.
Otros de los regalos más comunes que recibíamos los niños, eran las pistolitas de madera y hojalata, trompos, yoyos, mosaicos y agüitas, resorteras etcétera y no faltaban los dulces de colaciones y cubierto, como el alfajor, el camote y la biznaga; las niñas también tenían sus regalos en muñecas de trapo, envueltas en medias, hechas a mano por sus propias madres, o muñecas de cartón del parque Morelos, que al mojarse olían terriblemente, juegos de te o mueblecitos de madera.
Todo esto tiene su origen en la tradicional costumbre de los papás, sobre todo de la mamá, que año con año se preocupa por instalar un humilde recordatorio del nacimiento del niño Jesús en algún lugar de su casa bajo la mirada inquisitoria de los pequeños dispuestos más a tomar entre sus manos las figuras que acompañan a Jesús en el nacimiento, como las de la Virgen María y San José, el buey, la vaca, el burrito, los borreguitos, siempre con el riesgo de que alguno se quede en el camino y no pueda sobrevivir para el año siguiente.
Aparentemente el hecho de colaborar en la puesta del nacimiento para aquellos pequeñines, pasaría inadvertido, pero todo ese proceso queda guardado en su corazón y sin duda al paso de los años, viene a su memoria y hacen lo mismo que sus padres les enseñaron cuando rodeaban a su madre en la instalación y desinstalación del nacimiento o colocación del árbol de navidad, que en ese tiempo era menos utilizado, contrario a lo que acontece en la actualidad que es más promovido que el mismo nacimiento.
Lo importante
José de Jesús Vázquez Hernández
Conforme pasan los años las cosas, las costumbres y las tradiciones, van evolucionando, sino en lo esencial, si en la forma y la fiesta navideña, no es la excepción, año con año se transforma y también se comercializa más, dándole un sentido más materialista a la verdadera celebración consistente en el nacimiento de ese niño llamado Emmanuel, que quiere decir, Dios con nosotros.
Este tiempo de celebración, involucra a toda la sociedad en todas sus actividades, en el trabajo, es tiempo de vacaciones y reparto de aguinaldos, en el gobierno, igual aprovechan los funcionarios para pasear o descansar, en la familia se busca la unidad y se visitan las familias intercalando buenos deseos y no faltan los regalos.
A mediados del siglo pasado, los niños esperaban confiados en su inocencia, recibir pequeños regalos, generalmente elaborados artesanalmente o por sus propios padres, como las famosas carretas elaboradas con un cajón de madera de deshecho montado sobre ruedas y jalado con un pequeño cordón que servía para pasearse por las veredas del rancho, el patio de las casas o por las calles terregosas.
Otros de los regalos más comunes que recibíamos los niños, eran las pistolitas de madera y hojalata, trompos, yoyos, mosaicos y agüitas, resorteras etcétera y no faltaban los dulces de colaciones y cubierto, como el alfajor, el camote y la biznaga; las niñas también tenían sus regalos en muñecas de trapo, envueltas en medias, hechas a mano por sus propias madres, o muñecas de cartón del parque Morelos, que al mojarse olían terriblemente, juegos de te o mueblecitos de madera.
Todo esto tiene su origen en la tradicional costumbre de los papás, sobre todo de la mamá, que año con año se preocupa por instalar un humilde recordatorio del nacimiento del niño Jesús en algún lugar de su casa bajo la mirada inquisitoria de los pequeños dispuestos más a tomar entre sus manos las figuras que acompañan a Jesús en el nacimiento, como las de la Virgen María y San José, el buey, la vaca, el burrito, los borreguitos, siempre con el riesgo de que alguno se quede en el camino y no pueda sobrevivir para el año siguiente.
Aparentemente el hecho de colaborar en la puesta del nacimiento para aquellos pequeñines, pasaría inadvertido, pero todo ese proceso queda guardado en su corazón y sin duda al paso de los años, viene a su memoria y hacen lo mismo que sus padres les enseñaron cuando rodeaban a su madre en la instalación y desinstalación del nacimiento o colocación del árbol de navidad, que en ese tiempo era menos utilizado, contrario a lo que acontece en la actualidad que es más promovido que el mismo nacimiento.
Lo importante
Comentarios
Publicar un comentario