José de Jesús Vázquez Hernández A
propósito del día de las madres y al recuerdo de la mía, considero que
existe una gran diferencia entre las madres de ayer y las de ahora, no
solamente en su forma de conducirse, sino en la manera de hacer sus
quehaceres y los cambios observados con los adelantos tecnológicos y
sociológicos que las mujeres han conquistado en el transcurso de los
años.
Me viene a la mente esa frase que suele repetirse en esta
fecha “madre solo hay una y la mía es la mejor” en este contexto no hay
madre que sea mala en su mayoría todas son buenas, lo que significa que
a pesar de haber tenido algún desliz en su juventud, una vez superada
esa etapa y con la maternidad la mayoría se convierte en una buena
madre.
Recuerdo a mi madre de hace ya algunos ayeres, tiempo en
que las madres asumían un rol diferente al que ahora practican las
nuevas generaciones de madres, tiempo en que su rol era aceptar la cruz
con sumisión que les había tocado recibir en la vida, pues solía
decirse, aguántate, resígnate, situación diferente a la que viven las
madres actuales.
Recuerdo a mi amá y a mi apá como los
identificábamos los hijos, tiempo en que vivíamos en un ranchito cercano
a la población de San Ignacio y tenían la responsabilidad de atender a
nueve hijos, cinco mujeres y cuatro hombres y no obstante nunca nos
faltó lo indispensable, pues mi apá, era un buen proveedor y mi amá una
buena administradora.
Eran tiempos en que las madres no contaban
con la tecnología de ahora, solamente hablando de la cocina y de la
forma de hacer tortillas, recuerdo a mi madre situada entre el fogón y
un banco de material donde tenía su metate para preparar los alimentos y
hacer las tortillas para todos los comensales, incluidos el gato, el
perro y algún otro advenedizo.
El proceso para hacer las
tortillas requería desgranar el maíz, ponerlo a cocer con agua y cal en
el fogón con fuego de leña, olotes, o bien rajas secas desechadas por el
ganado vacuno que nunca faltó en la casa y en una esquina del fogón no
faltaba alguna olla casi siempre de frijoles o leche hervida de la mejor
vaca que junto con el jocoque nos mantenía bien alimentados.
Al
día siguiente se apartaba el maíz del nejayote para molerlo en un
molino en el que nos turnábamos los hermanos, antes lo hacían las
mujeres en el metate trabajo difícil para las amas de casa y para los
hijos, tiempo después el nixtamal se llevaba a un molino del pueblo y
regresaban las mujeres muy temprano cargando sus bolas de masa para
hacer las tortillas.
Los tiempos han cambiado tanto
tecnológicamente como sociológicamente y aquellas madres sumisas y
abnegadas hora se han convertido en madres luchadoras en dominadoras de
reyes y demás potestades, sus consejos resaltan entre los egoísmos y
ambiciones, y su presencia es notable cada vez más en todas las
actividades de la sociedad.
A pesar de sus adelantos numerosas
madres de hoy sufren violencia, son vejadas y realizan una gran labor
tanto en las actividades productivas y deportivas como en las faenas del
hogar, gozan de adelantos que carecían las madres de ayer como mi
madre, pero siguen siendo guía, soporte, aliento y consuelo y un punto
de salvación para la familia y la sociedad.
Mayo 10/2019 jjesusvah@hotmail.com
Información general de México, desde Tijuana. "Periodísmo transmedia" noticiasdesdetijuana@gmail.com
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