José de Jesús Vázquez Hernández
En
los últimos días se ha venido comentando en los diferentes medios de
comunicación y diversos niveles de gobierno federal, estatal y municipal
extendido al ámbito ejecutivo, legislativo y judicial, el tema del bullyng, que se ha agravado en los entornos escolares, laborales y sociales, con graves consecuencias para la sociedad.
La palabra bullyng es una palabra inglesa, que si la traducimos al español, podríamos definirla como acoso pernicioso, hostigamiento, en diferentes manifestaciones de maltrato, verbal, físico o psicológico que
se produzca, más reiterativo entre los escolares, no solo en las aulas,
sino en las redes sociales que han dado en bautizar como ciberacoso.
El bullyng o acoso escolar es una forma característica de violencia, de tortura metódica y sistemática, de falta de respeto, de burla y desprecio, que el agresor utiliza para intimidar a la víctima, con palabras o golpes, que éste sufre
en silencio y ante la indiferencia y complicidad de compañeros y
algunas veces hasta de los maestros o tutores o cuidadores de los
niños.
Los analistas del lamentable problema, dicen que los primeros estudios los realizó el psicólogo noruego Dan Olweus en 1973, cuando comienza a observar la violencia escolar en su país, pero es hasta 1982 después del suicidio de tres jóvenes en que se insiste en el análisis y efectos del acoso escolar entre los jóvenes estudiantes.
Con el fin de contrarrestar sus efectos cada vez más extendidos, desde hace años existen tribunales en Europa, los países nórdicos y también en Inglaterra los bully coufls, tribunales escolares, creados en el Reino Unido, donde desde 1989 se tiene disponible una línea directa para quienes acuden y desean orientación sobre situaciones concretas.
Esta situación es altamente perjudicial para la víctima que vive aterrorizada y muestra signos psicológicos graves, que
afectan su formación académica, pues a veces no desea ya presentarse a
la escuela y más de alguna vez piensa en salir de su problemática por la
puerta falsa del suicidio, o los mismos agresores le llegan a causar
lesiones y hasta la muerte.
México,
Jalisco, ha venido estudiando sus efectos, cosa muy favorable, aunque
como suele decirse, tapamos el poso, después del niño ahogado, sin
embargo junto con sus efectos se deben analizar las causas y poner
atención a ellas para prevenir sus graves consecuencias reflejadas en todas las áreas de la sociedad en que vivimos.
Sembramos vientos y cosechamos tempestades, lo que se siembra se cosecha, los padres eludimos educar a nuestros hijos en el amor y temor a Dios, ahuyentamos los valores en el hogar y desde tiempo atrás de diferente manera se implanta desde temprana edad en la niñez, la violencia en los videojuegos, discriminación y sexo abierto en diferentes medios.
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