José de Jesús Vázquez Hernández
Un gran pesar invadió el ambiente de los corazones del mundo, cuando los medios dieron a conocer la fatal noticia de la muerte, de este canta autor, que vino a cortar la historia de una vida llena de aventuras, bien elaboradas en las crónicas de sus canciones envueltas en “historias, viajes, sueños y pesadillas”, narradas magistralmente por el maestro.
De acuerdo con los reportes, una ramificación del crimen organizado que afecta nuestro país, extendido por la ciudad hermana del sur, fue causa de la muerte de este mensajero de la paz, gran trovador pacifista, que originó una reacción de impotencia y pesar universal.
Afortunadamente, si pudiera manejarse como consuelo, este hecho no tuvo lugar en nuestro país, pero eso no lo hace menos detestable, de igual manera se trata de minimizarlo, al justificar que este ataque no iba dirigido a él, sino al empresario que lo acompañaba Henry Fariña.
Como luego se dice, “aiga sido como aiga” sido, Rodolfo Enrique Cabral, mejor conocido como Facundo Cabral, originario de La Plata, provincia de Argentina, cayó muerto por las balas de la delincuencia en la ciudad de Guatemala el 5 de julio de 2011y con ello se cortó la vida y la inspiración de este trovador de reflexiones, con ramales universales, un hombre que emigró por varias tierras; Ni soy de aquí,ni soy de allá…
El mismo nos describe sus inicios, en esa búsqueda de la libertad por la que siempre luchó, como niño de la calle, abandonado por su padre, analfabeto y alcohólico se refugió en orfanatorios y cárceles, pero sin duda con un gran talento que lo llevó a superar las grandes dificultades por las que atravesó en su niñez y lo empujó a triunfar con la expresión de su filosofía pacifista acompañado de su guitarra y exiliado por algún tiempo en nuestro país.
No quiso estar ligado a los bienes materiales que lo aprisionaran. “Empecé a cantar con los paisanos, con la familia Techeiro y en febrero de 1954 un vagabundo me recitó el “Sermón de la montaña” y descubrí que estaba naciendo. Corrí a escribir una canción de cuna, Vuele bajo, y así comenzó todo”.
Cuando se refirió a la relación que lo ligaba con los cronistas y los periodistas, así se expresó: “yo soy un cronista, más que un músico. Soy más colega de ustedes que de Silvio Rodríguez. La comparación con ustedes, los periodistas, no es tan loca. A mí me toca ir por el mundo cantando todo. ¿Y qué hacen ustedes? Lo mismo… aunque yo a diferencia de ustedes, siempre elijo las mejores noticias. No me doy el lujo de publicar todas las que veo. Soy parcial. Cuento lo mejor que viví, nunca lo peor” (Día siete, 586).
Era congruente, actuaba como vivía y su infatigable labor como mensajero de la paz y unidad de los pueblos del mundo, le valió el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, Unesco, lo declaró, ”Mensajero mundial de la paz”, en 1996. Hacen falta vidas como estas.
Comentarios
Publicar un comentario