José de Jesús Vázquez Hernández
Después de las elecciones sigue el conteo y reconteo de los votos, a pesar de nuestra democracia, de una institución constituida legalmente para promover y recontar votos, que cuesta tanto dinero al país, no hay certidumbre, no obstante que el primer conteo se da al término de las votaciones en la propia casilla de la sección correspondiente, ante la presencia de los ciudadanos directivos y representantes de cada partido, lo que hace casi imposible que en ese momento haya engaño.
Si el conteo está avalado por la firma de todos los presentes con autoridad en cada casilla, conservando cada uno una copia, porqué resultan dudas y sospechas una vez que los resultados pasan a otra institución que tiene la misión de confirmarlos, modificarlos o anularlos? Ahora resulta que las cuentas no salen y ahora se pretende contar nuevamente una buena parte de ellos. ¿Qué pasa?
Ahora sigue analizar, examinar a la luz de la verdad y honestidad, lo sucedido antes durante y después de las elecciones con el fin de interesarnos todos por todos y evitar una catástrofe como la del siguiente cuento que me contó mi paisano Juan.
Una noche un ratón observó a los dueños del hogar, abrir un paquete que contenía una ratonera y alarmado y nervioso fue a avisar a los demás animales de la casa. Fue primero con la gallina y le dijo: “en la casa hay una ratonera”. La gallina le contestó: ¿y a mí qué? Eso ni me viene ni me va, por lo tanto, no quiero saber nada, déjame descansar.
De allí el ratón se fue a donde estaba el puerco y le dijo: “sólo vengo a avisarte que en la casa hay una ratonera”. Y el puerco, sin siquiera voltear a ver al ratón, le dijo: “yo no quiero saber nada de ratoneras, ¿yo qué tengo que ver con eso? Déjame dormir”.
Desencantado por el nulo interés de la gallina y del puerco, el ratón corrió hasta donde estaba la vaca y le dijo lo mismo: “en la casa hay una ratonera”. La vaca siguió regurgitando y rumiando su comida y con toda la calma y parsimonia le dijo al ratón: “ese no es asunto mío, no tengo nada que ver con ratones, ni ratoneras, retírate, déjame disfrutar mi comida”.
Por la noche se oyó un ruido en la cochera, la ratonera se había descargado. Los dueños, que también oyeron el ruido, fueron a ver y encontraron que la ratonera había atrapado por la cola a una víbora venenosa. La mujer se acercó demasiado y la víbora le mordió una pierna. La mujer se puso muy enferma y el doctor le recomendó que tomara mucho caldo de pollo, que era lo mejor para bajar la calentura. El dueño tuvo que matar la gallina para hacer el caldo.
Al día siguiente los familiares y amigos se enteraron que la mujer estaba enferma y fueron a visitarla. Como no había suficiente comida para todos, el dueño tuvo que matar el puerco. A pesar de todos los cuidados, la mujer murió. Se corrió la voz y los vecinos vinieron al funeral. Llegó tanta gente y para darles de comer, el dueño mandó llamar al carnicero que mató la vaca y preparó la comida para todos.
La moraleja, vivimos en un mundo globalizado, donde lo que perturba a un individuo, puede afectar a muchos. Por lo tanto, nunca digas: “eso que le pasa a fulano no es de mi incumbencia, allá que se las arregle,” porque de una o de otra manera tendrá consecuencias. jjesusvah@hotmail.com
Julio 4/2012
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