José de Jesús Vázquez
Hernández
A propósito de la situación que priva actualmente en el
campo de nuestro país, es de justicia hacer una remembranza de uno de los
líderes revolucionarios más carismáticos que lucharon con la consigna de
defender a los campesinos de México, con su lema, “la tierra es de quien la
trabaja”, pues este 10 de abril se cumplieron 93 años de su fallecimiento.
Aunque una de las principales causas actuales de los
problemas a los que se enfrentan los campesinos mexicanos se debe a la sequía y
a los desastres naturales que afectan al campo y a la ganadería, origen de la
producción de alimentos y fuente del sustento de la población mexicana, hay
otras causadas por malas decisiones de los humanos.
A pesar de las luchas de líderes como Zapata, que mirando
las injusticias cometidas tanto por el gobierno de la época, como por los
dueños de las haciendas que acaparaban las tierras, poco ha evolucionado esa
situación con el tiempo, y quienes dependen de la tierra, cada vez requieren de
otra actividad complementaria para no desfallecer y poder subsistir con su
familia.
Actualmente otro flagelo amenaza a estos aguerridos llamados
pequeños propietarios y ejidatarios privilegiados, porque una gran mayoría de
campesinos mexicanos no la tienen, que siembran una fracción de su terreno para
cubrir sus necesidades más elementales y la de su ganado, ahora algunos de
ellos sufren la extorsión, amenaza o robo de sus animalitos, como ellos les
llaman y a ello se adhiere el bajo precio que perciben por sus bienes como la
leche y la carne.
Ahora, a los 93 años de la muerte de Emiliano Zapata
Salazar, es justo y necesario hacer un análisis del cambio y ver qué tanto se
han mejorado las condiciones de los campesinos, o todo sigue igual, o ver que
se puede hacer para mejorar la fuente de los recursos naturales más
indispensables para la subsistencia humana.
Don Emiliano, nació en San Miguel Anenecuilco, Morelos el
8 de agosto de 1879, siendo sus padres Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, de
origen campesino, quien después de sus primeros estudios trabajó como
agricultor y arriero y pronto acudió a una junta de campesinos a Cuautla en
busca de soluciones para defender sus tierras y las del pueblo de los
hacendados colindantes.
Pronto se incorporó al ejército y se levantó en armas en
1911 contra la dictadura de Porfirio Díaz, a favor de Francisco I. Madero y en
ese mismo año lanza su famoso “Plan de Ayala”, donde proponía la distribución
de las tierras de los hacendados a los campesinos y se le conoció como el
“Caudillo del Sur”.
En 1914 acudió a la Convención de Aguascalientes aliado
con Pancho Villa tomaron la ciudad de México, pero impulsado por las fuerzas de
Carranza se replegó a Morelos, donde instaló su gobierno e implantó varias
reformas agraristas.
A él se le atribuye la
famosa frase de que “es mejor morir de pié que vivir toda una vida
arrodillado”. De manera trágica muere el
10 de abril de 1919, traicionado por el coronel carrancista Jesús Guajardo en
la hacienda de Chinameca, pero su memoria sigue viva en el pueblo de México. jjesusvah@hotmail.com
Abril 11/2011
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