José de Jesús Vázquez Hernández

A
propósito del medio ambiente que se celebró el día 5 de junio, nos
viene a la mente el refrán que reza, “tanto va el cántaro al agua que se
rompe”, un refrán popular muy significativo en cuanto a lo que hacemos o
dejamos de hacer, pues si realizamos muchas veces una acción peligrosa,
en cualquier momento podemos tener consecuencias desagradables.
El
más reciente ejemplo acaba de acontecer en San Gabriel, Jalisco, según
dicen por la tala de árboles clandestina para siembra de aguacate, el
agua no encontró resistencia donde antes si la había y arrastró a su
paso lodo, piedras, troncos y toda clase de maleza que ocasionó pérdidas
humanas y económicas a una pequeña población asentada en los laterales
de un rio.
Una gran parte de los pueblos y las ciudades
importantes están asentadas en la cercanía de ríos y afluentes que por
su trayectoria no implican un gran peligro, pero no dejan de ser ríos y
afluentes por los que el agua busca una salida hacia las partes más
bajas y con frecuencia se les reduce u obstaculiza su espacio al fincar
en su cercanía sin tomar en cuenta el peligro.
Con la tala
inmoderada de árboles, y las quemas voluntarias y ocasionales nos
estamos autodestruyendo por la pérdida de esos pulmones de oxigeno que
conforman los cerros y los espacios arbolados, si bien, mientras no
tengamos conciencia del valor que representan para la salud y bienestar
de sus habitantes cada vez estamos más cerca de nuevas catástrofes.
Los
gobiernos en sus diferentes niveles poco hacen para mantener control
sobre los cerros y zonas arboladas ya sean comunitarias o privadas, se
pasan la culpa unos a otros, mientras tanto los taladores aunados con la
delincuencia organizada hacen su agosto y de la noche a la mañana dejan
grandes espacios talados con diferentes propósitos.
En mi
opinión esa encomienda del cuidado de las montañas y del combate a los
incendios, debería ser encomendada al Ejército Nacional, aunque tiene
otras funciones, es el único que tiene la tecnología y los recursos para
moverse rápido y poder contener a sus detractores, si no queremos
perder totalmente lo poco que nos queda, como acontece en el bosque de
la Primavera.
México era un país montañoso, así fue reconocido
por el sabio benefactor de la Humanidad, Luis Pasteur, quien en una
charla con el jalisciense Miguel Ángel de Quevedo (1862-1946) conocido
como el “Apóstol del árbol” le dijo: “Tu país es montañoso, si lo amas y
quieres que sea próspero y feliz, lucha porque sus montañas estén
siempre cubiertas de bosques”.
Qué lejos estamos de ello, ya el
Papa Francisco en su Encíclica Laudato si, publicada en el año 2015,
hace un recuento del medio ambiente y el desarrollo sostenible y nos
presenta un modelo de ecología integral, que es básico para el cuidado
del medio ambiente que todos debemos cuidar en la medida de nuestras
posibilidades, sino queremos sufrir sus efectos que ya se muestran.
Termino
esta colaboración con una de sus frases: “El ambiente humano y el
ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar
adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atenc