José de Jesús Vázquez
Hernández
Estimados lectores, les comento que hace unos días me
encontré entre mis libros un pequeño folletito destartalado y amarillento de
unas cuantas páginas, que estuve a punto de tirar, si bien, en el trance de ser
desechado, de reojo leí el título del mismo, “Un mensaje a García” escrito por
Elbert Hubbard (Fray Elebertus) editado en 1950.
Me llamó la atención y con curiosidad lo leí sin parar hasta
terminarlo, aunque ya había tenido noticia en algún curso de superación, sin
embargo considero importante comentarlo por el mensaje que nos comparte y
conviene tomar en cuenta las personas que deseamos mejorar en nuestras diarias
tareas a realizar en cualquier actividad que realicemos.
Les platico que el mensaje, en palabras más o palabras
menos, consiste en recalcar el valor que debe poseer cualquier persona que
pretende lograr un objetivo, pues el autor señala que el mundo confiere sus más
grandes premios junto con el dinero como en honores por una sola cosa, la iniciativa, consistente en hacer lo
que debe de hacerse sin otro que os lo diga.
El autor señala: “esta fruslería literaria “Un mensaje a
García” fue escrito una tarde del 22 de febrero de 1899 cuando la edición de
marzo de “Philistine” iba a entrar en prensa. Fue un brote entusiasta de mi
corazón después de un día pesado en el que había agotado mis esfuerzos tratando
de mover a algunos aldeanos indolentes de su estado comodato al de una
actividad dinámica.
La verdadera inspiración brotó al calor de una discusión y el
sabor de una taza de té con mi hijo Bert, quien sostenía que el verdadero héroe
de la guerra de Cuba era Rowan, quien por sí solo había realizado la obra,
había llevado el mensaje a García. Sí mi hijo tenía razón, héroe es quien
realiza una acción, quien lleva el mensaje a García.
Al romperse las hostilidades entre España y los Estados
Unidos era necesario comunicarse urgentemente con García, cabecilla de los
insurgentes de Cuba quien se encontraba entre las escabrosidades de las
montañas de Cuba, nadie sabía dónde, por lo que no era posible hacerle llegar a
sus manos ningún telegrama o correspondencia.
Fue cuando alguien le dijo al presidente McKinley, que si
alguno era capaz de dar con García era un individuo llamado Rowan a quien el
presidente le entregó el mensaje que debía entregar a García, éste lo recibió
lo guardó, sin preguntar dónde encontraría a García y después de embarcar y
recorrer la isla entre matorrales entregó el mensaje y apareció después al otro
extremo de la isla.
El mensaje insiste en que hacen falta más personas en quien
se pueda confiar, que no solo sean capaces de realizar solo aquello que se les
encomienda, no es la enseñanza de los libros lo que la juventud necesita
únicamente, ni instrucciones sobre esto o aquello, sino la virilidad del
espíritu que les inspire lealtad en sus labores, acción rápida para desempeñar
el cometido de entregar el mensaje a García.
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