José de Jesús
Vázquez Hernández
La Luz del Mundo, es una organización cristiana con sede en
la Hermosa Provincia de Guadalajara, ubicada al oriente de la ciudad, donde
cada año a mediados de agosto se concentran miles de fieles venidos de más de
cuarenta países a los festejos de la Santa Convocatoria, en los que el rito de
la Santa Cena es el acto central de las cele braciones por el fervor religioso
que propicia.
Esta organización fue fundada en 1926 en plena efervescencia
cristera, por Eusebio Joaquín González, conocido también como Aarón Joaquín,
quien nació en 1898 en Colotlán, Jalisco, y después de luchar en el ejército
constitucionalista contra los rebeldes,
permaneciendo a su servicio los últimos años en Coahuila donde tuvo contacto
con la Iglesia Apostólica de la fe.
De allí él y su esposa Elisa Flores pasaron a vivir en
Monterrey, bajo las órdenes de los líderes de esa congregación, durante su
estancia dijo haber tenido una revelación en abril de 1926 en la que Dios le
cambio su nombre por el de Aarón y le encargó la restauración de la iglesia
primitiva cristiana.
Este mismo año viajó a pie con su esposa durante varios
meses, llegando a Guadalajara el 12 de diciembre de 1926, donde se adhirieron
un gran número de seguidores, sobre todo los más pobres.
En 1943, dijo haber recibido otra revelación en la que Dios
le dijo que se bautizara junto con todos sus seguidores “en el nombre de
Jesucristo”. En 1953 compraron 14 hectáreas en lugar actual, donde se inició la
primera colonia denominada “Hermosa Provincia”, la pionera y más importante.
Después de la muerte de Aarón Joaquín, acaecida el 9 de
junio de 1964, asume el control su hijo Samuel Joaquín Flores a los 27 años,
quien centró parte de su misión en extenderla por el mundo con la táctica
misionera.
Ahora me viene a la
mente la explicación que da mi amigo Juan en forma de parábola, a quienes le
preguntan sobre la
verdadera religión y si se salvarán los que no son católicos:
Cuentan
que había seis ciegos que constantemente oían hablar de elefantes, pero que,
por supuesto, no los conocían. Un día se reunieron todos los ciegos en una casa
y pidieron que les trajeran un elefante para saber cómo era. El domador llevó
al elefante hasta donde estaban los ciegos que, entre cánticos, risas, música,
baile y algarabía, rodearon al elefante y empezaron la ardiente y deseada tarea
de conocerlo.
Era
tanta su emoción, que cada uno se agarró de una parte del elefante, como si
fuera su posesión personal y temieran que alguien se las fuera a arrebatar. Así
cada uno de los ciegos se agarró de una parte del elefante, uno de una pierna, otro
de una oreja y así sucesivamente de la cola, de la trompa, del cuerno, y el
último se conformó con tocar el costado del elefante.
A
continuación los ciegos se turnaron a describir al elefante según la parte de
la que se habían agarrado, por lo tanto no coincidían en su descripción.
De
pronto un rayo sacude la estancia; el elefante da un salto y sale despavorido,
arrastrando consigo a los cinco ciegos que se habían agarrado a él. Sólo quedó
en la estancia el ciego que estaba tocando el lado del costado.
Ahora
la pregunta: ¿Cuál es la mejor
religión? Pregúntenles al Dalai Lama y a Leonardo Boff; su respuesta es
“La que te
aproxima más a dios… Aquella que te hace mejor.” Usted tiene la palabra.
jjesusvah@hotmail.com
Agosto
15/2012
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