Felipe Daniel Ruanova Zárate - 150503 - fdrz45@gmail.com
En memoria de mi querido primo Panchito Zárate Loperena, que hoy cumpliría 70 años, que falleció a los 23 en un accidente y que era tan ateo como yo desde tal edad.
En la adolescencia dejé de creer en un dios, y por ende, tener una religión, que me habría quitado un titipuchal de mi tiempo. La anterior cuestión me permitió ir creciendo sin lastres sicológicos, por la sarta de babosadas que le inculca a los niños la Iglesia y su anacrónica religión. A punto de cumplir las 70 primaveras, me entero con gusto, que el Papa "Pancho I", acertó a declarar, como lo debió de haber hecho Juan XXIII, y que me habría evitado tener tanta confrontación con mi mamá, quien, lamentablemente, fue una mujer muy devota.
El Papa "Pancho I" tuvo a bien decir: "No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual pero no religioso. No es necesario ir a la iglesia y dar dinero. Para muchos la naturaleza puedes ser una iglesia. Algunas de las mejores personas en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre…"; Impensable haberlo leído hace 50 años (me habría ahorrado muchos alegatos).
Siempre, desde estudiante me he dedicado a la Política. La Política representa la vía más óptima y/o rápida para alcanzar la felicidad. Porque coincido plenamente con los grandes pensadores, que sostienen que: "Nadie se puede hacer feliz a sí mismo, y que para ser verdaderamente feliz, tienes que hacer feliz a alguien o a muchos". Y es precisamente en la Política, donde se puede lograr esa (feliz) circunstancia, de manera auténtica, honesta, amplia, generosa y muy venturosa (Sin buscar el lucro personal): Haz el bien, sin ver a quién.
¿En dónde pues chocó la Política (mexicana) con la Iglesia, que nos arrastró al estado de cosas tan trágicas, caóticas, dolorosas y tremendas en daños a la sociedad? En las "políticas públicas", que fueron estúpida y perversamente presionadas por la Iglesia, que impidieron que mantuviésemos y lográsemos una PLANEACIÓN DEMOGRÁFICA INTELIGENTE.
Fue a fines de los setentas y en los ochentas, el período en que México perdió el rumbo en materia de Planeación Demográfica. El estribillo aquel de: "UNA FAMILIA PEQUEÑA VIVE MEJOR", desapareció de la propaganda gubernamental, merced a los devaneos con el Papa Juan Pablo II, en las gestiones de López Portillo, de De la Madrid y en especial en la Salinas de Gortari, y es obvio, con los más serviles, como fueron las gestiones de Fox y de Calderón.
El daño ya está hecho. La elevada criminalidad que vivimos hoy día, es producto de los millones de "hijos no deseados" (y por ello mal queridos y semi-abandonados), que pululan en el país, sin educación, sin futuro y plenos de frustraciones personales. Si comparamos nuestro crecimiento con España, ésta en 1960 tenía 36 millones de habitantes, y nosotros 38 millones. España tenía 3 millones de compatriotas viviendo en el extranjero y nosotros 6 millones, viviendo principalmente en los EEUU. 50 años después España llegó a los 38 millones de habitantes, y ahora tiene un millón viviendo en el extranjero; mientras que México triplicó su población para el 2010, para alcanzar 115 millones, pero se cuadruplicó la cifra de los "expulsados" a 24 millones, porque la pobreza se expandió irremisible y trágicamente.
No alcanzo a explicarme, cómo es que la gente educada pero ignorante, no alcanza a ver la dimensión de los problemas que causa la sobrepoblación, y si ven "un bebito" que se acaba de concebir, entre un espermatozoide y un óvulo que podría ser un asesino. Y también ven con pasmosa estupidez, a una mujer purgar 20 años en la cárcel, por haber interrumpido su embarazo no deseado, y su religiosidad les impide hacer algo misericordioso por ella. Doy fe.
El México de hoy,con las muestras de ingobernabilidad y lucha contra el narco, se muestra un vació de poder que han tomado otras organizaciones, y si vemos quien vende las armas y en donde no hay problemas se deducen muchas sospechas.
