Soy un auto que luego de sufrir un accidente me declararon "insalvable", y me condujeron a México, fuí sin querer la ilusión de un méxicano de la frontera en Tijuana, donde me reacondicionaron y volví a rodar por calles de esta ciudad, sobre mi una familia pobre era feliz, no andaban a pie, me sentí por fin realizado, se que un auto ha de sufrir casi como los humanos, con mucha apreciación cuando eres joven y fuerte y luego de una enfermedad o problema los desechan y se alejan de ellos.
Una mañana mi vida cambio, me alejó de mi antiguo dueño, llegó un tipo con cuchillo en mano me rompió mis chapas entró a forzar mi intimidad me quitó el seguro del volante y me llevó a ser parte de otro fustrado ser humano, no les puedo decir que pensaba porque no lo se todo, dos días después.... me encontré sin sentido en el corralón de Cajeme rumbo a Tecate por el Maclovio Rojas, era parte de un cementerio de vehículos como yo, con historias crueles de afecto, otros en estado desastroso, sin llantas ni batería que pudiera guardar en la memoria su camino en la vida útil, o de siniestros en choques o robos como aquí se vive violencia de humanos pobres y ricos que no se fija en autos modestos como yo.
El valor de la desesperación. Y llego mi antiguo dueño por mi, me ve en estado deplorable, veo que se enoja, ya que me dejaron ni radio, ni batería ni llanta de refacción entre mis vitales pertenencias....me es conducido a su casa, voy feliz.. me lleva la grúa de plataforma,, quizá como si fuera una ambulancia para los seres humanos. (fin de la primera parte)
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