José
de Jesús Vázquez Hernández
Antes del fin de año, en México y varios
países más sobre todo en Centroamérica se celebran las posadas durante nueve
días del 16 al 24 de diciembre con la finalidad de recordar el viaje que
hicieron José y María desde Nazaret hasta Belén en busca de un lugar para
alojarse y esperan el nacimiento del niño Jesús, quien asumió voluntariamente desde
niño las penas de la desigualdad.
Digo voluntariamente, porque él siendo Dios
podía haber tenido todas las comodidades de un Dios creador todo poderoso, sin
embargo quiso darnos un ejemplo de humildad, sencillez y servicio, como él
mismo dijo, que venía a servir y no a ser servido, se dice fácil pero en la
práctica resulta todo un reto dada nuestra tendencia humana a pretender recibir
más que a dar.
El fin de año es una etapa de fiestas y
celebraciones populares, desde el día doce de diciembre cuando comienza el
puente Guadalupe Reyes y se rinde pleitesía a la Morenita del Tepeyac, hasta el
seis de enero, día de los Santos Reyes, tiempo de homenajes y peregrinaciones durante
varios días, incluidas las posadas y la llegada del niño D que es esperada con
luces y regalos.
Esta época del año, es una de las más
hermosas tradicional de nuestro país, además de las fiestas populares y
religiosas, los trabajadores reciben su salario, su aguinaldo y a veces hasta
sus patrones les hacen una posada, que más es una fiesta en la que se disfruta
tanto comida como bebida seleccionada, algo diferente a la ordinaria y en
ocasiones cuentan hasta con música en vivo.
Todo muy merecido, no obstante, hay posadas o
bien navidades de primera, de segunda y hasta de tercera y para algunas
personas ni eso logran disfrutar aunque sea de una posada de tercera o cuarta,
pues bien sabido es en el imaginario colectivo la desigual distribución de la
riqueza que se produce en México, donde algunos grupos se reparten los recursos
con la cuchara grande.
Eso no tendría nada de malo, si lo
merecieran, si fueran honestos y justos, si trabajaran con el propósito de servir
realmente, pues a pesar de que en sus campañas se dicen ser servidores del
pueblo, pronto la situación cambia y se revierte la intención y en lugar de servirle
al pueblo, se sirven de éste, olvidando las promesas engañosas.
Esta temporada de fiesta, posiblemente no
serán igual para todos, habrá días de alegría, pero también amargos y tristes
para muchos contendientes que esperaban ser nominados por sus partidos para
algún cargo en el que esperaban servirse con la cuchara grande, y resulta que
ni siquiera los tuvieron en cuenta, allí viene la amarga decepción.
Pues seguramente usted amable lector habrá
escuchado a más de alguna persona que dice querer ingresar a la política para
hacerse rico, cuando debiera ser lo contrario, ingresar para servir y aportar,
dado que es un honor ser electo democráticamente o también por dedazo, aunque
no siempre arrojan el mismo resultado, si bien sería más satisfactorio lograrlo
democráticamente, compitiendo.
Espero que para no tener una navidad amarga y
desigual, vayamos preparándonos desde ahora para no amargarnos más de lo debido
ante las injusticias y altos dispendios de políticos y funcionarios que poco
toman en cuenta al pueblo, quien con tanta dificultad cubre sus gastos cuando
va al mercado o a cubrir el pago de sus deudas e
impuestos, como el gas, la gasolina, la luz, el predial y un largo etcétera.
Diciembre 16/2017
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