José de Jesús
Vázquez Hernández
No es lo mismo el salario mínimo que lo mínimo del salario,
aunque van ligados uno y otro aspecto, tema que ha dado mucho de que hablar en
los últimos días por aquello de promover una consulta pública para ver si la
mayoría está de acuerdo en aumentar el salario mínimo por decreto para que
cubra un mínimo de necesidades primarias de las personas.
El salario mínimo ya desde la constitución de 1917 en su
artículo 123 fracción VI quedaba establecido la base por primera vez, para
regular el trabajo y desde luego el salario mínimo general y profesional que
deberían obtener los trabajadores a cambio de su trabajo, lo que dio pie para
las leyes laborales en los estados y después la Ley Federal del Trabajo.
A partir de 1917, se tuvieron que hacer algunas enmiendas a
la Constitución para facultar al Congreso a expedir leyes del trabajo
reglamentarias del artículo 123 y en 1931 se promulgó la Ley Federal del
Trabajo y en 1934, siendo presidente de la República Abelardo Lamont Rodríguez
se estableció el primer salario mínimo de alcance nacional.
La finalidad del salario mínimo general y profesional, de
acuerdo con la Constitución, consistía en un ingreso que fuera suficiente para
satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden
material, social y cultural y para proveer a la educación obligatoria de los
hijos; en cambio los profesionales se fijarán considerando, además, las
distintas actividades económicas.
Los salarios tanto mínimos como profesionales se regularán
por una comisión nacional integrada por representantes de los trabajadores, de
los patrones y del gobierno, lo que ha venido funcionando desde que se
estableció en 1934 permaneciendo en la Ley Federal del Trabajo que entró en
vigor en 1970, después de ser derogada la de 1931.
Desde entonces se ha venido jugando una carrera dispareja
entre los precios de los productos y el salario mínimo, mientras el costo de
los productos rebasa ampliamente al salario mínimo, éste se da una
recuperadita, cuando la comisión cada año determina la inflación, pero nunca
logra emparejar con el costo de la vida y poco se toma en cuenta por los
prestadores de servicios.
El tema siempre ha dado motivo a los políticos para prometer
mejorarlo, aunque una gran cantidad de trabajadores, cada vez menor, aun están
sujetos a recibir un salario mínimo, como la gran mayoría de los pensionados
del IMSS, que son regulados por esa norma, sin embargo, cada vez se encuentran
menos personas dispuestas a trabajar por un salario mínimo al día.
Actualmente ha dado tema de qué hablar y se plantea la
necesidad de conocer qué opina la gente al respecto, si se aumenta por decreto
o se queda como está, por las implicaciones que tiene cada vez que se regula,
toda vez que a su alrededor giran y se regulan numerosas disposiciones tomando
como base el salario mínimo.
Seguramente lo prudente será aumentarlo, pero lo más
conveniente es regular los precios de la canasta básica y no básica, no
aumentando el precio a capricho de intermediarios, suprimir cargos públicos
innecesarios, no fijarse altos salarios en la burocracia dorada y plateada,
combatir la corrupción y desde luego crear trabajos dignos y bien remunerados,
para que el salario mínimo logre al menos el mínimo de bienestar de los
trabajadores planteado en la Constitución.
Septiembre 3/2014
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