POLÍTICA INTERIOR
José de Jesús Vázquez Hernández
Cuántas veces hemos tenido ilusiones de algo, de proyectos a realizar, de esperanzas de tener cambios que nos beneficien, a veces ciframos expectativas en personas o gobiernos, que finalmente nos desilusionan, porque las cosas no se dieron como esperábamos.
Algunas veces, estas ilusiones fallidas nos desalientan y comenzamos a buscar culpables, sin que seamos nosotros mismos causa de la desilusión, nos justificamos, volteamos a nuestro alrededor y encontramos la causa, olvidando que cada uno de nosotros aportamos una gran parte para que las cosas fueran como se dieron.
Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar una conferencia del doctor David Konzevic, argentino de origen, que habló acerca de la encrucijada en la que se encuentra México actualmente, en la que trató someramente algunos puntos referentes a la vida y realidad de los mexicanos.
Entre sus atinados comentarios hizo referencia a las desilusiones históricas que hemos sufrido con las promesas de nuestros gobiernos, con los cambios, con las devaluaciones, nacionalizaciones efectuadas en las diferentes etapas de nuestra historia.
Hizo alusión a la devaluación del peso en 1976, en tiempos de Luis Echeverría, a la nacionalización de José López Portillo en 1982, a la crisis de 1994,95, con Carlos Salinas y Ernesto Cedillo y veladamente tocó el tema de las esperanzas depositadas en los gobiernos panistas.
Se refirió a la revolución de la información, pues ahora es instantánea en todas partes, los pobres de hoy son ricos en información y millonarios en expectativas y por lo tanto, aunque no lo expresó concretamente ahora tienen poder, porque la información da poder.
Yo deduzco que si esta gente reflexiona y analiza lo acontecido en su entorno pronto utilizará esta herramienta para hacer que las cosas cambien, en este tiempo de desasosiego, en que la gente se siente mal, pero no sabe por qué se siente mal ante un futuro devaluado.
Los alumnos de ahora, sin importar si estudian en escuelas públicas o privadas, según los resultados de las pruebas, muestran pocos avances en su aprendizaje, ya no aceptan la técnica anterior de un profe que raya el pizarrón con un gis de espaldas a ellos, ya no quieren memorizar, como nos enseñaron a nosotros, ahora solo requieren saber donde encontrar la información que necesitan.
La vida pues es un juego de ilusiones y desilusiones a las que hay que enfrentar con dignidad, conscientes de que cada uno somos causa y efecto de la misma, el problema no es confiar, ni tener ilusiones, sino saber confiar.El conferenciante cerró diciendo que “el problema es el nivel de la pobreza, no la desigualdad”.
