viernes, 16 de diciembre de 2011

OH TIEMPOS, OH COSTUMBRES

José de Jesús Vázquez Hernández
A propósito del tiempo en que vivimos y de la forma en que celebramos este tiempo navideño, me remonta al lugar y a los primeros estudios de primaria, cuando la celebración navideña la miraba de otra forma distinta a la actual, cuando los sacerdotes del lugar y nuestros padres nos inculcaban el amor y reconocimiento al niño Jesús que iba a nacer en Belén, símbolo de amor y perdón.
La sociedad actual ha ido cambiando las antiguas costumbres de celebrar la navidad, las posadas en exceso de comida, bebida, música y no falta el baile, antes se trataba que fueran convivencias familiares, tiempo en que los niños y las niñas acudíamos al templo, algunos vestidos de pastorcitos y pastorcitas o representando a los angelitos, quienes en peregrinación recorríamos algunas de las viejas y empedradas calles cantando pegajosos villancicos, que repetíamos con voz destemplada que no faltaba quien la festejara y saliendo participar en la quiebra de las piñatas donde a veces se recibía un garrotazo, un amontonamiento y después el bolo repleto de las antiguas colaciones. 
La navidad, que es nada menos que recordar la venida del Salvador al mundo, era motivo de sana alegría para la cristiandad universal, para los niños, ni se diga, pues era un tiempo en que podíamos recibir del niño Jesús algunos humildes regalos, generalmente consistían en juguetes artesanales, los niños colocábamos un par de nuestro mejor calzado, donde abundaban los huaraches o algunos viejos zapatos cerca a la puerta de entrada, en el portal, zaguán o patio de de la casa, para que el niño Jesús pudiera entrar por la noche y dejar los regalos. Los Reyes magos también eran generosos con los niños. 
Esa noche para los chiquillos era de gran alegría y se nos hacía larga, por la espera del día siguiente y correr a ver el regalo depositado en nuestro calzado, entre tanto no faltaba algún bribón mayor, que trataba de desentrañar esa inocencia que permeaba en los hermanos menores o en los primos o amigos cercanos que a veces compartían habitación.
Pasado el tiempo, esta vieja y sana costumbre se ha ido transformando con influencia y sin influencia de nuestros vecinos del norte, en ocasión plena de mercadotecnia, con otras expresiones como que los regalos son traídos por Santa Claus, y en lugar de nacimiento, un conífero árbol adornado con luces y cajas de regalos trata de reemplazar el nostálgico nacimiento.
De igual  manera, va disminuyendo o se quiere eliminar el concepto de religiosidad. Hay negocios y organizaciones que en su propaganda y desplegados han eliminado las palabras “Meryy christmas” (Feliz navidad) y las han reemplazado con “Happy Holidays” (felices días de fiesta) o “Season’s greetings” (Saludos de temporada).
No obstante que en algunos países se trata de erradicar esa religiosidad nativa de la cultura de los pueblos con las funestas consecuencias que ya conocemos y que afectan principalmente a la familia, hay otra tendencia en el continente europeo y en algunas entidades que trata de regresar a esa tradición religiosa que influye positivamente con amor y perdón, en la educación de los miembros que conforman la célula básica de la sociedad. ¡Oh tempora, oh mores¡ Mientras tanto, Feliz navidad. jjesusvah@hotmail.com

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