jueves, 11 de septiembre de 2014

MÉXICO EN LOS EXTREMOS


José de Jesús Vázquez Hernández  
No cabe duda que la situación económica de los mexicanos, se ubica en los extremos, primero porque somos el país donde habita o por lo menos, si no habita si nació aquí el mexicano más rico del mundo y donde viven los pobres más empobrecidos, por la injusticia y la inequidad que priva entre quienes mandan obedecen.   
De igual manera acontece con los sueldos o salarios de la clase privilegiada de ministros de la Suprema Corte de Justicia, aunado a los asignados a los diferentes niveles de gobierno, federal, estatal y en algunos municipales, en sus ámbitos ejecutivo, legislativo y judicial, incluidos los diputados y senadores en demasía que son electos y plurinominales que aconsejan a los electos.  
Además de los de siempre se añaden los dirigentes de empresas paraestatales, consejeros del Tribunal Electoral y no se cuantos más consejos, institutos o comisiones que abundan por doquier y quienes tienen la facultad de asignarse ellos mismos con aprobación de un consejo generalmente nombrado por ellos mismos y por lo tanto integrado por amigos.  
A toda esa lista se añaden los altos ingresos de los partidos políticos, que en lugar de regular su creación, amplían la puerta de ingreso para aumentar su número, tal vez pensando en el axioma vigente que dice: “divide y vencerás” pues la plataforma de los partidos tradicionales considerados grandes ya tienen sus votantes cautivos, suficientes para pelear entre ellos.  
Además del enigma de los votos, el verdadero problema consiste en la gran cantidad de dinero que se reparten entre sus dirigentes, aunque difieren en algunos puntos cuando de leyes se trata, nunca lo hacen cuando de asignar aumento a su salario o a su partido, sin pensar en las múltiples necesidades de la gran cantidad de mexicanos que votaron por ellos.  
El problema finalmente no es que se asignen altos ingresos, el problema es que tras de ellos hay un pueblo con muchas necesidades, con hambre, con carencias, que cada vez que va al mercado, las cosas que compra diariamente ya aumentaron su precio, los comerciantes no pierden, ellos simplemente trasladan sus gastos y su ganancia a la mercancía que venden.  
Todo ello nos lleva a una continua inconformidad, cuando a nuestro alrededor solo escuchamos promesas y proyectos, se crean leyes o reglamentos o comisiones para regular o corregir este tal o cual problema, pero con desagrado vemos que poco se avanza, porque según ellos son derechos que ya adquirieron y no pueden regresar hacia atrás.  
Hace tiempo se legisló para que no hubiera nadie que ganara más que el presidente de la Republica, algo muy lógico, pero aun hay un gran número de burócratas o dirigentes que ganan más que él, y solo se palpan soluciones parciales y limitadas a los asuntos que afectan a la gran mayoría de la sociedad y a ello se aúna el grave problema de la inseguridad.  
No todo se puede ni se debe solucionar por decreto, como los salarios que si no tienen una base productiva que los sustente, solo ocasionarán inflación como la ocasiona todo desequilibrio entre lo que ingresa y egresa, así que por ahora solo nos queda fortalecer la clase media que equilibre entre el extremo de una clase poderosa y otra harapienta. 
Septiembre 10/2014              

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