jueves, 23 de septiembre de 2010

LOS GRITOS DEL PRESIDENTE

TEMA DE ESTUDIO


José de Jesús Vázquez Hernández

En la celebración del bicentenario de la Independencia, el presidente Felipe Calderón elevó lo ojos al cielo para gritar varias veces como nunca lo había hecho, primero en el Zócalo y al día siguiente por la mañana en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Elevó también un grito de auxilio a la unidad de la población.

El grito del 15 por la noche, efectuado en el Zócalo de la ciudad de México, desde el balcón principal del palacio de Gobierno, tuvo lugar a alas once de la noche, después de un espectacular, impresionante y jubiloso desfile verificado en un marco de inseguridad e inundaciones que tienen al país en la zozobra y el sur de nuestro estado inundado, sobre todo Veracruz, Oaxaca, Chiapas y otras entidades más como Tamaulipas y Monterrey.

La ceremonia del grito de gritos, tuvo como preámbulo un desfile al estilo americano del Tazón de las Rosas, o de las Vegas y algo parecido a los de Disneylandia, aunque diferentes por los folklóricos toritos y los diablos tradicionales mexicanos que se paseaban entre los participantes como diciendo no se confundan, estamos en México. Llegada la hora programada para la magna celebración, el presidente acompañado de su familia y de algunos representantes de los diferentes poderes de la Unión, después de tocar la campana de Dolores y ondeando la bandera se dirigió a la muchedumbre que abarrotó la plaza, con la arenga tradicional: ¡Mexicanos, ¡Viva el bicentenario de la Independencia! ¡Viva el centenario de la Revolución! ¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad!, ¡viva Hidalgo!, ¡viva Morelos!, ¡viva Allende! y tres veces ¡Viva México!, como cada año, solo con algún matiz diferente.

Al día siguiente el Presidente se trasladó por la mañana a la población de Dolores donde emuló el momento de aquel 16 de septiembre de 1810, en el atrio de la fachada principal del templo en el lugar donde Hidalgo lo hiciera hace doscientos años con las siguientes palabras:

“Mis amigos y compatriotas: no existe ya para nosotros el rey ni los tributos. Esta gabela vergonzosa que solo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos.

“Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad y si conocéis su gran valor, me ayudaréis a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos. Pocas horas me faltan para que me veáis marchar a la cabeza de los hombres que se precian de ser libres. Os invito a cumplir con este deber. De suerte que sin patria ni libertad estaremos siempre a mucha distancia de la verdadera felicidad. “Preciso ha sido dar el paso que ya sabéis y comenzar por algo que ha sido necesario. La causa es santa y Dios la protegerá. Los negocios se atropellan y no tendré, por lo mismo, la satisfacción de hablar más tiempo entre vosotros. ¡Viva pues la Virgen de Guadalupe! Viva la América por la cual vamos a combatir!”. No faltó entre la muchedumbre quien gritara: ¡Muera el mal gobierno!... jjesusvah@hotmail.com

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