José de Jesús Vázquez Hernández
Ayer lo pensaba y hoy lo comento que el tiempo en que vivimos en nuestro Estado, como consecuencia de una actuación irregular del presidente del Poder Judicial, puso a descubierto la forma inadecuada de elegir a los impartidores de justicia, una situación penosa dada a conocer por los medios, antes de quienes los eligieron y aprobaron, dando pie para aplicar el concepto de renovarse o morir,
Las personas consideran en tiempos difíciles, cuando hay crisis, que es conveniente efectuar un cambio de conducta, si no se quiere continuar sufriendo el mismo problema, ya sea cambiando la forma de hacer las cosas con el fin de obtener otros resultados, de igual manera debe acontecer con las instituciones, cuando su imagen, sufre un desdoro a causa del actuar poco eficiente y menos transparente de sus miembros.
En este contexto, quienes han investigado la vida de las águilas, dicen que es el ave de mayor longevidad de su especie, pero para vivirlos tiene que enfrentar un sufrido proceso porque a los cuarenta años, su pico se vuelve largo y curvado hacia su pecho, sus alas se envejecen y sus plumas se hacen gruesas y pesadas, sus uñas se aprietan y se hacen poco flexibles de tal manera que no pueden cazar las presas que las alimenta.
Encontrándose en tan triste realidad, el águila solo tiene dos alternativas: morir o enfrentar su doloroso proceso de renovación, que durará según dicen hasta ciento cincuenta días y para superar este problema, el ave vuela hacia lo más alto de una montaña donde hace un nido cercano a un paredón, en el que permanece todo ese tiempo sin volar hasta recuperar nuevamente sus herramientas.
Ya posicionada en su nido, comienza a golpear con su pico la pared hasta lograr arrancárselo, para esperar el tiempo en que le vuelva a crecer uno nuevo, con el cual comenzará a desprender sus largas uñas y su pesado plumaje, para después de cinco meses que dura para recuperarlos, inicia un nuevo vuelo de renovación que le prolongará la vida por treinta años más y así lograr la meta de setenta años.
Creo que el ejemplo del águila nos viene de maravilla, dado que hay momentos en la vida personal e institucional que tenemos que reflexionar por algún tiempo para tomar una decisión aunque sea difícil y dolorosa que nos impulse a realizar un proceso de renovación, si queremos continuar adelante, o bien, permanecer en la rutina, obrando de la misma manera, lo que tarde o temprano nos derrumbará.
Ante una situación adversa solamente hay dos opciones, renovarnos o morir de inanición, y para emprender un nuevo vuelo, es preciso observar el ejemplo del águila desprendiéndonos de cosas innecesarias que ya no funcionan, de hábitos dañinos, de costumbres y tradiciones que fastidian nuestro pasado y dificultan el cambio que nos impulsa a obtener mejores resultados y una vida de buena calidad. jjesusvah@hotmail.com
Noviembre 5/2016
