José
de Jesús Vázquez Hernández
Este domingo los
católicos celebramos la resurrección del Señor, base de la fe de los cristianos,
pues como dice San Pablo, si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra
fe, 1ª Corintios 15,14, pero antes se recordó su pasión y muerte, el camino que
recorrió desde que fue aprehendido, hasta ser juzgado y condenado a muerte
después de una serie de violaciones a la ley judía como a la romana.
Seguramente así tenía
que ser, él aceptó ir voluntariamente al cadalso como manso cordero, sin
protestar, pues sus detractores el Sanedrín, ni Poncio Pilato, encontraron en
él culpa alguna que fuera motivo de tal condena, le inventaron que había
blasfemado porque se decía ser hijo de Dios y a la vez de sedición, porque
según ellos propagaba que no pagaran impuestos al César.
Así, sin guardar las
más elementales normas establecidas tanto de la ley judía como romana llevan a
cabo un juicio apresurado, y como no encontraban nada grave de que acusarlo, primero
lo trajeron de Anás a Caifás y de Herodes a Pilato, quien trataba de salvarlo y
de no involucrarse en este proceso, haciendo uso de los recursos que la ley le
permitía, pues su esposa era una de sus seguidoras.
Uno de los recursos
que utilizó Pilato y que pensó podrían salvarlo, fue cuando presentó al pueblo
a Jesús ya flagelado y al salteador Barrabás, para que eligieran a uno de los
dos, considerando que el elegido sería Jesús, pero no contaba con la astucia y
malicia de los judíos que exhortaban al mismo pueblo que el domingo de ramos
anterior lo habían vitoreado para que eligieran a Barrabás.
En ese proceso de
predicar una doctrina basada y sintetizada en el amor a Dios y al prójimo, fue
conducido a la muerte, a una muerte física, pero que le abrió la puerta a la
resurrección, como dijimos base de nuestra fe, una promesa de esperanza para
toda la humanidad independientemente de la fe que profese como el buen ladrón confió
en él y recibió la promesa de estar ese mismo día con él en el paraíso.
Después de la
tristeza, de la nostalgia que origina la injusticia y la corrupción, que
conduce a la muerte, ahora celebramos la resurrección, la pascua, es cuando
adquiere sentido nuestra fe, es motivo para celebrar, un día que nos debe
llenar de alegría, porque con ello aclamamos nuestra
propia liberación y la derrota al pecado y a la muerte.
Ante tan gran signo
de fe y esperanza, solamente nos resta confiar en la palabra de Jesucristo y en
su resurrección, pues sabemos que venció la muerte y el pecado y que gracias a
ello nosotros también resucitaremos con él a una vida eterna que da sentido a
nuestra vida, una vida de fe acompañada de buenas obras, pues de no ser así,
vana sería también nuestra fe.
Marzo 25/2016
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