José de Jesús
Vázquez Hernández
En estos días que hemos visto al Papa Francisco de visita
por Cuba y los Estados Unidos de América, nos ha dejado un sabor de un líder
que se interesa por su pueblo, que conduce a su grey por los senderos de la
reconciliación y del perdón, que vive no para ser servido, sino para servir a
sus semejantes, que practica lo que predica, como un buen padre interesado por
el bien común de su comunidad.
Las imágenes nos muestran como grandes multitudes de todos
las tendencias políticas y creencias se acercan a él, comenzando con los
dirigentes de los diferentes países que visita, lo reciben como lo que es, el
jefe del estado Vaticano, pero más que eso lo escuchan con atención y su
intervención en asuntos difíciles, muchas veces tienen solución.
En ese peregrinar se ha dirigido a todas las clases
sociales, a sus hermanos los obispos y líderes religiosos de otras
congregaciones, a los grandes mandatarios de todos los países, concretamente a
la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas ONU y para todos
ha dejado mensajes pastorales, sociales, ecológicos, éticos, morales que han
sido bien acogidos por su contenido y forma de expresarlos.
En lo que viene siendo la quinta visita de un Papa a la sede
de las Naciones Unidas, el Papa Francisco se dirigió con autoridad moral a los
altos representantes de casi todos los países del hemisferio y les habló de
diferentes temas, por demás interesantes y de gran actualidad, en su carácter
de pastor de una de las religiones con mayor número de seguidores.
En su discurso ante el foro más influyente, denunció entre
otros temas, la exclusión social y económica, el avance del narcotráfico y sus
consecuencias, la proliferación de las armas nucleares y el ataque al medio
ambiente, como lo hizo ya en su carta encíclica Laudato si (2015), y para cada apartado dejó mensajes de buena voluntad
con la esperanza de mejorar la casa donde vivimos.
Se refirió al “desarrollo
humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana que no pueden ser
impuestos… esto exige el derecho a la educación respetando y reforzando el
derecho primario de las familias a educar y el derecho de las Iglesias y de
agrupaciones sociales a sostenerse y colaborar con las familias en la formación
de sus hijas e hijos”.
“El panorama mundial hoy nos presenta, sin
embargo, muchos falsos derechos, y –a la vez– grandes sectores indefensos,
víctimas más bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto
mundo de mujeres y hombres excluidos. Dos sectores íntimamente unidos entre sí,
que las relaciones políticas y económicas preponderantes han convertido en partes
frágiles de la realidad”.
Por eso
hay que afirmar con fuerza sus derechos, consolidando la protección del
ambiente y acabando con la exclusión. “La exclusión económica y social es una
negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos
humanos y al ambiente… Estos fenómenos conforman la hoy tan difundida e
inconscientemente consolidada “cultura del descarte”.
Por ahora lo trascendente será tomar en cuenta
sus mensajes, vivirlos y ponerlos en práctica, pues en esta tarea de conservar
nuestro mundo todos estamos involucrados, líderes mundiales y autoridades en
sus diferentes ámbitos y niveles la sociedad en su conjunto estamos
comprometidos a retomar los valores universales y trascendentes que nos ha
predicado el Papa Francisco.
Septiembre 26/2015
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