José de Jesús Vázquez Hernández
Ahora que conmemoramos un año más del aniversario de la revolución mexicana con aquel famoso apotegma de “Sufragio efectivo, no reelección” que estaba impreso en toda la correspondencia oficial por aproximadamente cien años, ahora esos revolucionarios que peleaban por una causa, son desplazados por grupos que revolucionan con anarquía.
La revolución que inició por inconformidades, desigualdades, injusticias, pobreza, impunidad, inseguridad y demás agregados, ahora se han manifestado grupos de anarquistas que utilizan motivos muy similares a los que prevalecían cuando inició la revolución en 1910, con el agregado de los 43 y más desaparecidos sin que se sepa nada de ellos.
Los motivos siguen siendo los mismos, sigue imperando en nuestro país graves problemas que aunados a la desconfianza en las instituciones y en la mayoría de las autoridades que tienen la misión de proteger a la ciudadanía que colabora con sus impuestos para que tengan trabajo y se le retribuya, sin embargo hemos observado que a veces se cambian de bando y en lugar de proteger son un peligro más que se añade a los existentes.
Las marchas de solidaridad con los padres de esos jóvenes desaparecidos, son efectuadas bajo el amparo de la ley, el artículo noveno de nuestra Constitución así lo establece: “No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito…” claramente recalca que esas asociaciones o reuniones sean pacíficas y tengan un fin lícito.
Hasta ahí todo marcha bien, pero de repente hay excepciones, en primer lugar interrumpen el libre tránsito de innumerables ciudadanos y en ocasiones también hay grupos de encapuchados que se dicen anarquistas se asocian a esas agrupaciones de protesta para aprovechar el anonimato y expresar su inconformidad con violencia y ataques a la propiedad privada y fuerzas de seguridad.
Da la impresión que las cosas no se pueden arreglar de manera pacífica en las instituciones propias para ello, legalmente, con diálogo, se ha tenido que salir a la calle a manifestar toda clase de inconformidades, haciendo pública su solicitud, algo muy positivo y permitido por la ley, pero dados los motivos que se aúnan y aumentan, también se incrementan las protestas.
El problema es como solucionar el problema, y la ciudadanía, la población en general desea vivir en paz, no quiere más muertos ni desparecidos que tanto daño causan, la revolución cruenta con sangre de hermanos, ya cumplió su cometido, fue causa de la muerte de más de un millón de mexicanos y retrasó el desarrollo de nuestro país.
En la actualidad, cuando se cuenta con tantos avances tecnológicos, con mayor información, más educación, tiene que haber más recursos para encontrar soluciones a los graves problemas que nos afectan, tal vez con una revolución cultural, de honestidad individual y colectiva, que busque disminuir la inseguridad y la desigualdad entre la población y clases pudientes.
Una cosa son los revolucionarios que dieron su vida por un ideal y otros son los anarquistas que no aceptan o repelen cualquier autoridad, sobre todo del Estado, mientras tanto es plausible expresar nuestra inconformidad de manera asociada y pacífica y hacer uso de todos los medios lícitos que colaboren a los procesos de reconciliación y paz.
Noviembre 25/2014
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