jueves, 17 de octubre de 2013

La Madre Antonia falleció

 Tijuana, B. C. a 17 de octubre de 2013 La Arquidiócesis de Tijuana informa que la Madre Antonia falleció esta mañana a las 7:30 a.m., a sus 86 años de edad.
La Madre Antonia nació en Los Ángeles, California en Estados Unidos el 1 de diciembre de 1926, y desde hace más de 30 años ofrendó su vida a los internos de la Penitenciaría de Tijuana, a quienes llamaba sus hijos.
“En la misa podemos tomar en nuestros corazones la verdad, y debemos correr para la misa, porque la misa es la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, y la más feliz hora de todas mis horas es la hora de la misa. Y es mi alegría. Siempre yo paso los viacrucis pensando en mis hijos y estoy feliz. ¿Que hora es la mejor hora del día? La hora de la misa. Yo tengo problemas en mi garganta y no puedo comer regular, pero yo puedo tomar la sangre de Cristo cada día”, manifestó en el mes de diciembre pasado la Madre Antonia.
Madre Antonia llegó a Tijuana el 19 de Marzo de 1977, un año después de haber pronunciado sus primeros votos con las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad de San Juan Eudes, con la firme intención de consagrar su vida al servicio de los privados de su libertad.
“Y Dios puso en nosotros un deseo para vivir, por eso yo no pienso en la muerte porque la vida está aquí. La vida es para vivirla, y la mejor forma de vivirla es (sirviendo) a otra gente. Tal vez yo pueda decir una palabra que va a llevar esperanza a una persona. Jesucristo dice: ´voy a dejarte, pero no voy a dejarte solo porque voy a dejarte mi sangre´. Y todas las cosas van a acabar, Cristo nos dijo, su juventud, su vida, sus amores, su trabajo. Todo acaba excepto una cosa: Yo, Jesucristo. Yo estoy dentro de ti y tú estás dentro de mi”, compartió la Madre Antonia en esa misma entrevista.
En la Arquidiócesis de Tijuana el 25 de marzo de 1998 fundó la congregación religiosa Siervas de la Undécima Hora de San Juan Eudes, donde mujeres mayores de edad consagran su vida al servicio de los presos y atención a sus familiares y mujeres enfermas. Son atendidas en la Casa Campos San Miguel.
“En todos los años en la penitenciaría no encontré a ningún hombre o a ninguna mujer que no quisiera. Nunca hubo uno que yo pensara qué feo, qué malo. Dios me dio un regalo muy, muy grande. Yo no sé porque yo tenía esa bendición de amor por los presos. No son presos para mí. Son mis hijos, y yo los amo como yo amo a mi propia familia. Yo vivo por ellos y voy a morir por ellos”, compartió la religiosa en su homenaje a sus 35 años de servicio en la Penitenciaría.
Y agregó: “Yo soy muy amada en Tijuana. ¡Gracias Tijuana! Que me aceptó y me quieren. Los tijuanenses me quieren. Me tratan bien y con amor. Tienen amor para mí, y mis hijos en la penitenciaría me quieren mucho y yo a ellos…¿Quieres una vida interesante, quieres una vida con ganas, con entusiasmo, con gozo, con comprensión? Reza al Espíritu Santo todos los días, pero además busca a quien tú puedes servir”, invitó la Madre Antonia en esa entrevista.
Descanse en paz la Madre Antonia

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