viernes, 4 de marzo de 2011

AYER Y HOY

José de Jesús Vázquez Hernández
Hace unos días se comentaba con unos amigos un tema sobre la situación actual que se vive en México y en el mundo y surgió, la siguiente pregunta: ¿Estamos peor o mejor que antes? Pregunta que fue analizada desde varios puntos de vista, político, económico, social, cultural y no faltó la visión moral, y me llamaron la atención algunas de estas respuestas analizadas axiomáticamente hablando: “en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” y como dicen en mi tierra, ay como la veas.
Al remontarnos años atrás, de la Revolución para acá, que costó casi un millón de vidas, muchas cosas se perdieron, entre ellas la paz, la tranquilidad, hubo daños en personas y bienes, etcétera; otras se han logrado, se terminó para bien o para mal con una dictadura, pero se inicia con otra de partido, que duró varias décadas en el poder y de alguna manera lo sigue estando al tener el control sobre las principales fuentes del poder y de la producción, sin embargo fueron más previsores que los regímenes de varias naciones de África del Norte y el Medio Oriente, que padecen los embates de la dictadura.
Se aprobó la constitución de 1917 que aun nos rige con un sinnúmero de enmiendas, que me hacen recordar aquellos pantalones de pechera que usaba mi abuelito y que por el uso duro del campo constantemente se rompían y la abuela los tenía que remendar, y con el tiempo aparecían más los parches visibles, que la tela original del pantalón, tal vez pronto se enmiende este problema y se supla por una nueva.
En este marco referencial y con su propia visión, alguien comentó que cuando era niño los abuelos decían que les daba mucho gusto cuando llovía, porque entonces podían verles los tobillos a las muchachas porque se levantaban la falda para que no se les mojara. Actualmente ¿quién quiere ver tobillos? Solo los componedores de los huesos de los futbolistas, ahora los escotes, los “cleavage” han afectado severamente ese recato de aquellos tiempos; ya nada se deja a la imaginación, ya todo parece tan natural, y es obvio: “estamos en el siglo 21,” como dicen algunos, para aparentar libertad y disculpar el libertinaje.
Antes se decía que el matrimonio era entre un hombre y una mujer, es más, ni siquiera se decía, todo mundo lo sabía, lo entendía y lo practicaba, y así era, hoy parece que ya ha entrado una nueva categoría de matrimonios. Antes entre los niños se oía la pregunta: ¿Cómo se llama tu papá? ¿Cómo se llama tu mamá? Hoy se pregunta; ¿Tienes papá? ¿Tienes mamá?.
Ahora sólo hay un lugar donde se acepta el nombre de Dios, sin importar religión, creencia, raza, nacionalidad, preferencia sexual, etcétera, nadie rechaza los dólares porque tengan la frase “In God We Trust” o Confiamos en Dios.
Ante las luces y sombras en que la humanidad ha sobrevivido, el ayer ya pasó, el futuro es incierto, solo nos queda este día, para vivirlo mejor hoy, o peor que ayer, como si fuera el último. jjesusvah@hotmail.com

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