jueves, 25 de noviembre de 2010

HAY QUE APRENDER DE ESTE BICENTENARIO

DESPUÉS DE LAS CELEBRACIONES
José de Jesús Vázquez Hernández
Al hablar de las magnas celebraciones del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución, varias opiniones se referían mas a una simple conmemoración por las pocas cosas que consideraban haberse logrado, dignas de una celebración, aplicando aquello del baso medio lleno o medio vacío, visto desde diferentes puntos de vista.
Ahora que ya pasaron las dos principales y trascendentes fechas, en las que se expusieron al público diferentes escenas de los principales acontecimientos acaecidos durante esos espacios de tiempo, solo nos queda reflexionar y tal vez preguntarnos qué dejaron para mejorar el bienestar de la sociedad y cual fue la experiencia para el futuro.
Me viene a la mente las contestaciones dadas por los técnicos de los deportes, pero sobre todo suele darse con los de la selección nacional de fútbol, cuando contestan después de una derrota y que generalmente tratan de justificar, afirmando que aprendieron mucho de ella y que fue una buena experiencia para mejorar en las futuras competiciones, no obstante y a pesar de la experiencia adquirida, se siguen cosechando malos resultados.
Durante el transcurrir del tiempo cosas importantes han ocurrido, se lograron metas propuestas, como la autonomía o independencia del país conquistador, hasta desterrar de nuestro suelo la esclavitud, no sin antes pagar un alto costo de vidas, que según dicen los analistas fueron 23 mil las personas sacrificadas en esa empresa.
Continuando tan solo con el costo de vidas de algunos de los principales sucesos, los expertos nos indican que la invasión de Estados Unidos entre 1846 y 1848, fueron 23 mil fallecidos; la guerra de Reforma o guerra de tres años 1858, 1860, costó 8 mil muertos; la guerra de Texas, en 1835 1836, costó 2 mil doscientos muertos; la intervención francesa, que duró 6 años su costo fue de 63 mil muertos; la guerra cristera de 1926 a 1929, fueron 90 mil los sacrificados.
La revolución entre balazos, epidemias y tifus, influenza española y fiebre amarilla, costó 925 mil muertos y de 15 millones de mexicanos que era la población de ese entonces quedaron 14 millones. De 200 mil migrantes que había en ese entonces, tras la revolución se duplicaron y fueron desplazados del país 400 mil gentes.
Actualmente en la guerra que se libra contra la delincuencia organizada las cuentas suman ya entre 26 y 30 mil vidas sacrificadas, datos que muestran una situación pavorosa terriblemente dura de lo acontecido durante el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución.
Después de estas cuentas, conmemoraciones y experiencias, es importante analizar qué hemos aprendido, qué queda en el imaginario de la población y sobre todo nos conviene mirar el baso medio lleno que se ha logrado y después de las adversidades, extender nuestra mirada hacia un futuro más esperanzador. jjesusvah@hotmail.com

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